En materia de bicicleta, hay que fijarse obligatoriamente en lo que se hace en el norte de Europa y, sobre todo, en Holanda. En un viaje a Ámsterdam me llamó la atención que en los extremos de las escaleras callejeras había pequeñas canalizaciones, que tenían un doble objetivo: filtrar el agua de la lluvia cuando arrecia y, lo que aquí nos interesa, facilitar el transporte de la bicicleta en las subidas y las bajadas para no tener que cargar con ella a pulso.
En otro reciente viaje a Lisboa, ciudad con menos tradición de bici pero igualmente abierta al mundo, me he topado con una adaptación bastante acertada. Es una mini-rampa metálica para colocar ambas ruedas. Aquí os dejo la foto.
En Madrid esto no se ve. Es verdad que, por lo general, cuando hay una escalera, suele haber una rampa cercana. Pero no siempre es así, sobre todo en lugares del centro histórico, como el Arco de Cuchilleros.
No estaría mal tomar nota de esta solución.
_______________________