El tema vuelve a estar de actualidad: han descubierto ocho disparos en el techo del Congreso de los Diputados que hasta ahora no se conocían, pero por el contrario se ha certificado la triste noticia que nos indignó hace unos meses, es decir, la que ocasionó la chapuza en la renovación de la cubierta de la Cámara Baja, que nos ha costado cerca de cuatro millones de euros y que ha arramplado con uno de los atractivos de las visitas turísticas al Congreso de los Diputados de Madrid, sin tener en cuenta la historia de España ni la del edificio.
Con la reforma en la cubierta del Parlamento español, se instalaron unas rejillas de ventilación en el techo. Y ¡qué nefasta casualidad! han ido a tapar algunos ya míticos agujeros de bala que el ex Teniente Coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero provocó con sus disparos un 23 de febrero de 1981. ¿Se acuerdan?
Aquel día, la frágil democracia española pasó su reválida al superar la crisis institucional más fuerte de la Transición: el golpe de Estado que, con el asalto de más 200 guardias civiles al Congreso de los Diputados, pretendía devolver un gobierno militar al país. Pero el suceso no solo sirvió para reafirmar el sistema político auspiciado en la Constitución de 1978, sino también para ensalzar la figura del rey Juan Carlos I (una imagen que décadas después es muy diferente a aquella, por cierto), quien medió con los golpistas, y sirvió también para mitificar a Adolfo Suárez, a esas horas todavía Presidente del Gobierno, pues fue la única de sus señorías que no se tiró al suelo durante la ráfaga de disparos. Un gesto entre lo valiente y lo simbólico, aún hoy recordado por muchos.
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Pero para los responsables del edificio, tal suceso no merece la consideración de histórico, quizá porque aún es reciente y no hay suficiente perspectiva temporal, o quizá por falta de sensibilidad. Pero lo cierto es que las visitas turísticas al Congreso de los Diputados hoy tienen que mirar a otro lado porque unos indeseables nos han privado de un trozo de la Historia de España. Aún quedan algunos agujeros, pero el daño ya es «irreparable», en palabras de Presidente de la Cámara Baja, Jesús Posadas.
Y yo añado: Sí, Presi, ya no se puede reparar, pero se podría haber evitado si tuvierais un mínimo de consideración por nuestro Patrimonio.
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