En estas últimas semanas estoy siguiendo con mucha atención lo que da de sí el descubrimiento del supuesto Ecce Homo de Caravaggio. Ya saben: una obra que se atribuía al círculo de Ribera y que iba a ser subastada con un irrisorio precio de salida de 1.500 euros en Ansorena, pero que el Ministerio de Cultura decidió detener por sospechas de que podía ser un Caravaggio. En la actualidad se está investigando para determinar la verdadera autoría y todas las posibilidades están abiertas, incluso la de que se trate de un imitador. Pero sea cual sea el resultado, mi opinión es que el gran beneficiado de todo ello puede ser el Palacio Real, o mejor dicho, el futuro Museo de las Colecciones Reales de Madrid. Me explico.
El descubrimiento ha generado un enorme revuelo en los medios de comunicación. Reportajes en televisión, artículos en periódicos, posts en las redes sociales… Y en todos ellos se menciona la escasez de Caravaggios en España y en el mundo. Por ejemplo, en nuestro país solo hay cuatro (o cinco si aceptamos el discutido San Juan Bautista de la catedral de Toledo). Ese es uno de los motivos por los que el cambio de autoría también implicaría un cambio drástico en su valoración económica: ¡se dice que en la subasta se iban a ofrecer 23 millones de euros!
Además, al hablar de los avatares del propio cuadro, que perteneció al Virrey de Nápoles cuando este territorio era español, se pone en relación con el Salomé con la cabeza del Bautista, que forma parte de la colección del Palacio Real, pues tienen la misma procedencia. Nota importante: remarco las palabras “forma parte de” y no uso “está expuesto en» el Palacio Real (como se suele decir en esos reportajes), puesto que desde hace ya unos cuantos años no lo está, sino que ha estado de gira por diferentes exposiciones del mundo, como en las Scuderie del Quirinale de Roma.
En cualquier caso, toda esta exposición mediática ha servido para que el gran público español descubra a Caravaggio, una figura a la que aquí no se le ha dado la importancia que merece pero que en otros países es reconocido (con todo merecimiento) como un ‘grande de los grandes’, sobre todo en su tierra natal, Italia.
¿Y por qué digo que el Museo de las Colecciones Reales de Madrid puede ser el gran beneficiado? Pues precisamente porque servirá para dar realce a su Salomé con la cabeza del Bautista, que se expondrá en ese nuevo museo. Recordemos que su construcción ya ha terminado y está en fase de materializar su propuesta museográfica, con previsión de inaugurarse próximamente. Desde Patrimonio Nacional, institución que gestiona el museo, pretenden que en sus salas cuelgue una obra maestra de impacto mundial, que sirva de gancho para atraer, por sí sola, a numerosos visitantes. Para desgracia del Museo del Prado, la obra que siempre ha sonado para ello es El Jardín de las Delicias, de El Bosco, pues está en depósito en esta pinacoteca, siendo su verdadero propietario Patrimonio Nacional.
Pero, ¿y si resulta que gracias al tsunami generado por el ‘nuevo’ Caravaggio, esa obra de impacto mundial puede ser el Salomé con la cabeza del Bautista? En mi opinión, tiene todo lo que hace único a un cuadro del genio italiano: maestría técnica con su característico tenebrismo y, seamos sinceros, también tiene ese carácter tétrico y hasta ‘gore’ que impresiona a propios y extraños.
Si Caravaggio sigue estando en la cresta de la ola en los próximos meses y Patrimonio Nacional sabe jugar sus cartas, podemos estar ante ese gran cuadro que se colará en las guías turísticas y en los libros de arte editados en todos los rincones del mundo. Y que traerá turismo de calidad a Madrid. ¡Aprovechémoslo!