Después de más de 10 años como guía turístico en Madrid, por fin me he animado a hacer una importante inversión que hasta ahora había tenido por imposible: comprarme unas radioguías para utilizar con mis propios grupos. Hasta ahora, cuando me hacían falta, recurría a los buenos servicios de algunas empresas de alquiler que, dicho sea de paso, han subido mucho sus precios tras la pandemia.
Y por supuesto, también echaba mano de las radioguías de los propios museos y monumentos de Madrid, aunque con la pandemia nos habían dejado bastante ‘colgados’: solo el Palacio Real mantuvo su servicio, mientras que el Prado y el Reina Sofía lo suspendieron sine die. Desde hace unos meses, el Prado lo ha retomado, pero el Reina Sofía sigue sin ofrecer este servicio.
Estos factores y otros motivos que te explico más abajo fueron los empujones que necesitaba para comprar mis propios equipos: los Retekess TT122. En las siguientes líneas te explico cuál es mi opinión.
Qué he pedido y qué me ha llegado
Hace unas semanas me compré dos sistemas TT122, que se compone cada uno de:
- 1 emisor
- 15 receptores
- 1 micrófono
- 15 auriculares (con gancho solo para una oreja)
- 1 base de carga para 16 dispositivos
- 16 cables de carga
De esta manera, puedo dar servicio a un máximo de 30 visitantes, con 1 emisor-micrófono de repuesto por si acaso. Es decir, con esto cubro lo básico: cualquier grupo turístico en el Museo del Prado, el Reina Sofía, el Palacio Real, el Thyssen y El Escorial, pues en ninguno de estos casos se admiten grupos de más de 30 personas.
El pedido que hice no incluye, por tanto, auriculares de usar y tirar. Pero no pasa nada: además de que los desechables suponen un gasto adicional y tienen un impacto extra en el medio ambiente, los auriculares reutilizables que incluye el sistema son de buena calidad y se escuchan bien. Y sinceramente, prefiero que solo sean de una oreja, así el visitante no queda totalmente aislado de su entorno. Esto es interesante por motivos de seguridad, pues cuando el visitante va por la calle con los dos oídos ocupados, puede no darse cuenta de que viene un coche o un patinete a toda velocidad, cosa que sí puede hacer cuando tiene una oreja libre.
Y además, no entrañan problemas de higiene: a diferencia de los del Palacio Real, estos auriculares reutilizables no se introducen en el oído, sino que se enganchan a la oreja y el auricular queda solo superpuesto. En cualquier caso, como medidas higiénicas adicionales, someto a cada auricular a una sencilla desinfección y, además, he comprado unas fundas que pueden actuar a modo de ‘mascarilla de auricular’. Están pensadas para cubrir grandes auriculares, pero también se pueden adaptar a estos auriculares pequeños. No quedan muy elegantes que digamos, pero suponen una solución totalmente válida para las personas más preocupadas por la higiene.
Como único ‘pero’ que puedo poner a estos auriculares es que los que yo he recibido solo son aptos para la oreja derecha, es decir, su gancho no se puede retirar y cambiar de posición, como sí ocurre con las radioguías del Palacio Real, por ejemplo. Eso puede ser un inconveniente para los visitantes que (a veces sin saberlo) escuchan peor con el oído derecho. Pero me comunican desde Retekess que esto tiene solución: a la hora de hacer el pedido, se puede especificar cuántos auriculares quieres para el oído derecho y cuántos para el oído izquierdo. Lo comento por si vas a hacer tu pedido, que te acuerdes de escribirlo como petición expresa.
En cualquier caso, yo me apañaré usando la imaginación: ya he probado a pasar el cable por detrás de la oreja y poner el gancho boca abajo, y veo que se sujeta más o menos bien. Otra opción es anclar el gancho a la patilla izquierda de las gafas, si el visitante las usa y no le importa
Funcionamiento de mis Retekess
Escribo estas líneas habiendo usado dos veces mis equipos: la primera vez, con 12 personas en el Palacio Real y la segunda, con otras 12 en el Museo del Prado. Y en las dos ocasiones, el resultado ha sido muy bueno: todos me han escuchado bien, a una distancia más que aceptable. En el Palacio Real, al tener los muros tan gruesos, puede haber algo de discontinuidad cuando tengo a algunas personas varias salas por detrás, pero esto también ocurre con las radioguías del propio Palacio Real, así que no es nada nuevo.
Además, de momento no he registrado interferencias con otros grupos, algo que por cierto sí me pasaba con las radioguías de alguna empresa de alquiler y nos cruzábamos con grupos asiáticos en el Prado. Por lo que respecta a la batería, ningún problema. Fueron visitas breves, de dos horas, pero a la conclusión todos los dispositivos me marcaban las tres rayas de ‘carga completa’.
Y desde el punto de vista del visitante, no tienen ningún misterio: cuentan con un botón central y unos botones “+” y “-” para seleccionar el canal y para seleccionar el volumen. Nosotros hemos usado el canal 01, con un volumen de 09, y todo correcto.
Precio y envío de estas radioguías
Como es lógico, existen muchos modelos de radioguías Retekess y todos tienen precios diferentes. Yo opté por uno de los más económicos porque creo que lo que necesito es algo bastante sencillo, la verdad. Además, estaban de oferta: el conjunto de 15 receptores + 1 emisor estaba a 429,99€. Es decir, los dos packs me salieron por 959,98€ en total. A ello hay que sumar un cargo de 28,80€ que creo que se debía a la aduana. En total, sumando las mencionadas fundas (compradas en Amazon), no he gastado más de 1.000€.
Y eso es un coste totalmente asumible, creo yo. Todo lo contrario que las ofertas que de vez en cuando me llegaban de otras marcas, que rara vez bajan de 2.000€ o 2.500€. Ese coste quizás sea amortizable por empresas o por los propios museos, pero no por un humilde autónomo como yo, que además trabajo a menudo con grupos privados pequeños que no requieren de radioguías.
Además, la llegada no ha sido un problema: si bien un compañero me dijo que allá por el mes de abril tardó más de lo previsto por problemas en el puerto de Shangai, a mí me han llegado bastante rápido, la verdad: poco más de una semana. Una sorpresa muy agradable.
En definitiva: espero rentabilizar la inversión en cuestión de un año o algo más. Pero en realidad no lo he hecho solo por eso: lo he hecho sobre todo porque para mí supone un salto enorme en cuanto a comodidad. Antes, me las tenía que ingeniar para recoger y devolver la pesada maleta que te dan las empresas de alquiler: a veces me tocaba ir a su oficina, a veces a un hotel del centro, etc. Y eso supone un tiempo que, en el caso de un profesional freelance, es oro… que se te escapa entre los dedos.
Y si lo comparo con la opción de las radioguías del museo, supone un ahorro de tiempo para el grupo, cuyos participantes entran ya a las instalaciones con las radioguías puestas y probadas, por lo que se nos queda más tiempo efectivo para la visita interior.
Mis compañeros, lo que decantó la balanza
Además del buen precio y la comodidad que supone tener mis propias radioguías, lo que de verdad me animó a dar el paso fueron las opiniones de dos colegas de confianza. Los dos tienen también estas mismas radioguías, exactamente el mismo modelo. Y los dos me dijeron que les estaban funcionando muy bien. Así que no fue una compra a ciegas.
Pero lo que es más importante: comprar el mismo modelo nos facilita mucho el servicio cuando se trate de abarcar grupos más grandes. Pongo como ejemplo una próxima visita que haremos en el Palacio Real: serán 36 personas y las tendremos que repartir en dos grupos. Un grupo lo haré yo y el otro, mi compañero. Y todos con el mismo modelo de radioguía, por si tuviéramos que intercambiárnoslas.
En fin, de momento todo son ventajas, así que espero pensar lo mismo dentro de un año, cuando las radioguías ya estén más trilladas. De momento, solo tengo buenas palabras.