
La semana pasada se llevó a cabo lo que pedían desde hace tiempo ciclistas y peatones del parque Madrid Río: la señalización del carril bici.
Aunque mejor habría que llamarlo por su nombre: senda ciclable. ¿Qué es esto? Pues una solución que, en mi opinión, no favorece a nadie. En la senda ciclable conviven peatones y ciclistas, pero los primeros tienen preferencia sobre los segundos, por lo que las bicis no pueden sobrepasar un límite de velocidad: 6 km/h, que es más o menos el ritmo que lleva una persona cuando va corriendo. Y es molesto tanto para unos como para otros.
Teniendo en cuenta que Madrid Río tiene unos 9 kilómetros de punta a punta (desde la glorieta de Cádiz hasta el Puente de los Franceses, más o menos), recorrerlo entero llevaría al menos una hora y media. De esta forma se está favoreciendo que la bicicleta sirva para el ocio y el paseo, pero no como medio de transporte alternativo, limpio y saludable.
La mejor solución habría sido segregar un carril bici en un lateral de la senda ciclable de la margen derecha del río (la paralela a la avenida del Manzanares), ya que por esa orilla el trazado es más recto. La senda ciclable se puede mantener íntegra en la otra orilla (la de los paseos de Yeserías y de la Vírgen del Puerto), pues el recorrido es más sinuoso e invita al esparcimiento.
Esta segregación se haría simplemente trazando una línea de separación y dejando la mayor parte del espacio, por supuesto, para los peatones. Así, se podría circular a unos 12-15 km/h sin problema, un ritmo no peligroso para peatones despistados pero ligero para que los desplazamientos se hagan en un tiempo razonable.
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